Estoy anotado en un curso (virtual), donde se investigan y formulan interesantes reflexiones sobre el tema en cuestión.
Días pasados se puso sobre el tapete la dichosa palabra, porque la mencionó la Sra. Vicepresidenta en una difundida y comentada nota televisiva.
Se ha puesto de moda el término: viene del inglés “law”, que significa “ley”, y “warfare”, “hacer la guerra”. La palabra compuesta, al estilo anglosajón, vendría a ser algo así como “hacer la guerra por medio de la ley”.
O: “usar la ley para hacer la guerra”.
Esto es: utilizar como instrumento bélico al Poder Judicial.
Que es el que interpreta la ley.
Algunos hilan más fino: el “lawfare” sería una fórmula ideada desde algún alto cenáculo, para perseguir y desestabilizar, por medio de los poderes judiciales, a los líderes “populares” o de “izquierda” de Latinoamérica.
El papa Francisco va más lejos: “es un instrumento del colonialismo”, ha dicho (?).
Con todo respeto a Su Santidad, no me cierra esto último.
Porque ¿cómo es entonces que la Justicia de EE UU condena a Donald Trump, quien vendría a ser, en cierto modo, la cabeza de la potencia imperial? ¿También Donald es víctima del “lawfare”?
La otra definición (persecución de líderes “populares”) tampoco me convence: un simple repaso de hechos ocurridos las últimas décadas nos muestra las peripecias de individuos como Salinas de Gortari (México); el brasileño Collor de Mello; los peruanos Fujimori, Kuczynski, o más recientemente Toledo, o el boliviano Sánchez de Losada (con pedido de captura).
Y hay más, que no me acuerdo…
En la Argentina, el propio Carlos Menem, que estuvo varios meses preso (después, tuvo fueros de Senador).
Todos líderes políticos, encuadrados en lo que, los “políticamente correctos”, ubican como la “derecha”.
Y que, sin embargo, han sido acusados, y hasta condenados y presos, por la Justicia de sus países.
Sin ir más lejos, en Bolivia, Jeanine Añez, la ex presidenta provisoria que sucedió a Evo Morales, está presa y fue condenada por la Justicia boliviana a diez años de cárcel. ¿También será el “lawfare”?
Algunos de la “derecha”, así lo dicen…
Aún, si nos vamos a Brasil, y el caso emblemático de Lula, preso e inhabilitado por un fallo judicial.
Pero después resulta que esa misma Justicia de su país es la que lo rehabilita.
Y le permite ser candidato, y ganar las elecciones.
Y eso hace el Poder Judicial, bajo el gobierno del derechista Bolsonaro. ¿También obra el “lawfare”?
En nuestro país, si bien se han dictado condenas resonantes contra destacadas figuras políticas, las sentencias no están firmes.
Y en este momento no hay ningún dirigente “popular” preso.
Ni siquiera aquel señor que todos vimos por televisión, tirando bolsos con millones de dólares en un convento.
En rigor de verdad, si hay “persecución” judicial, a líderes populares, parece bastante flojita.
Aún en nuestra Entre Ríos se ha denunciado la presencia del temido instrumento “persecutorio”: a raíz de la condena judicial de un ex gobernador (fallo que tampoco se encuentra firme), el actual intendente de Concordia escribe en su cuenta de Twitter: “el abuso del “lawfare” se les va a volver en contra”.
Caramba, parece que “usar” el “lawfare” no está del todo mal, lo malo es “abusar”.
Pero, ojo, no va sólo contra peronistas: en la entrada del Comité Provincial de la UCR una placa recordatoria de un ya fallecido ex intendente de Paraná reza: “víctima del lawfare”.
¡¡¡También les llega a los radicales!!!
Respecto al reciente, controvertido, fallo de la Corte que suspendió elecciones, hemos visto dirigentes políticos oficialistas rasgando sus vestiduras invocando el “federalismo avasallado”.
¡Curioso el rechazo al “unitarismo” en caudillos semifeudales, de provincias que viven y subsisten gracias a los generosos aportes del gobierno central!
Extraño que el Ministro de Justicia de la Nación denuncie “intromisión en el proceso democrático de las provincias”.
Y, diferencias formales al margen, tiempo atrás aplaudía a la Corte Suprema que impedía a un rival suyo de Río Negro presentarse a un tercer mandato.
Otro, rival del candidato de San Juan dice que le dijeron “en todos los idiomas” que “no podía presentarse”.
Impresiona que haya dirigentes políticos que, en el fondo, no cuestionan que exista tal mecanismo, que entienden perverso.
Sino que parece, más bien, que quisieran que jugara para ellos.
Entendámonos: no niego que puedan existir algunos jueces o fiscales que inclinen la balanza de sus fallos o decisiones, en función de su ideología, sus simpatías político partidarias o cualquier interés personal o particular.
Lo que me resisto a aceptar es la teoría conspirativa de la existencia de algún encumbrado poder universal, un super cerebro que desde algún desconocido oscuro centro transnacional mueve los hilos.
Y, manejando como títeres los Poderes Judiciales, elucubre acciones desestabilizadoras contra “los pueblos”, de nuestro sufrido subcontinente.
Y, si así fuera ¿cuál es el remedio?
Observo que, por ejemplo, en Cuba, en Venezuela, en Nicaragua, es difícil que se dé, lo que llaman un golpe judicial contra sus líderes, ¿no?
Pero, claro, ahí no existe la “enfermedad”, porque mataron al “enfermo”.
La existencia de una Justicia independiente de los poderes políticos es condición “sine qua non” de una sociedad pluralista y democrática.
Sin duda debemos tratar de mejorar su funcionamiento, hacerla más eficaz y transparente.
Y, sobre todo, más independiente.
Y a pesar de lo dicho, con el sistema actual, ¿no se corre el riesgo de que algún juez o fiscal use abusivamente su poder o lo utilice para satisfacer algún interés menor?
Por supuesto que sí.
Pero es un riesgo casi inevitable.
Que, nos guste o no, se debe correr, si queremos seguir viviendo, en el marco de la democracia y el estado de Derecho.
En el mes de Mayo, y parafraseando a nuestro Mariano Moreno, “prefiero una libertad peligrosa a una servidumbre tranquila”.
publicado en elentrerios.com, 22/5/2023
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